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jueves, 17 de diciembre de 2009
que historia mas ermos!!
Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope y el le daba sombra. El amaba al árbol y el árbol amaba al niño.
Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: “¿Vienes a jugar conmigo?” pero el muchacho contestó “Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos”. “Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero… Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes”. El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: “¿Vienes a jugar conmigo?” “No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?”… ” Lo siento, pero no tengo una casa, pero…tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa”. El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario. Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. “Vienes a jugar conmigo? le preguntó el árbol. El hombre contestó “Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?”. El árbol contestó: “Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz”. El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: “Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte ni siquiera manzanas”. El hombre replicó “No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar…Por ahora ya estoy viejo”. Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo, “Realmente no puedo darte nada…. la única cosa que me queda son mis raíces muertas”. Y el hombre contestó: “Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años”. “Bueno,las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa”. El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas.
Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá… Cuando crecemos los dejamos …..sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas… No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Tú puedes pensar que el muchacho es cruel contra el árbol, pero es así como nosotros tratamos a nuestros padres…
Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón y su recuerdo te dé fuerza cuando estás cansado.
Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: “¿Vienes a jugar conmigo?” pero el muchacho contestó “Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos”. “Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero… Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes”. El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: “¿Vienes a jugar conmigo?” “No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?”… ” Lo siento, pero no tengo una casa, pero…tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa”. El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario. Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. “Vienes a jugar conmigo? le preguntó el árbol. El hombre contestó “Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?”. El árbol contestó: “Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz”. El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: “Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte ni siquiera manzanas”. El hombre replicó “No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar…Por ahora ya estoy viejo”. Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo, “Realmente no puedo darte nada…. la única cosa que me queda son mis raíces muertas”. Y el hombre contestó: “Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años”. “Bueno,las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa”. El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas.
Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá… Cuando crecemos los dejamos …..sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas… No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Tú puedes pensar que el muchacho es cruel contra el árbol, pero es así como nosotros tratamos a nuestros padres…
Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón y su recuerdo te dé fuerza cuando estás cansado.
Bienaventurado el varón que no anduvo en el consejo de malos; ni estuvo en caminos de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su ley medita de dia y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará. Salmo 1:1-3.
soy felis pues, amilado esta el señor...
soy felis pues, amilado esta el señor...
jesus fue acia ellos . el gran yo soy
Jesús fue hacia ellos caminando sobre el mar. Era de noche y el viento soplaba con tal fuerza que zarandeaba la barca donde estaban los discípulos. Cuando lo vieron creyeron que era un fantasma y hasta llegaron a gritar aterrorizados… Pero les dice para tranquilizarlos: “¡Animo!, soy yo; no temáis”. Mas pareció no bastar; sirvió de poco, dudaron. “Si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas” –le dijo Pedro– Y el maestro le respondió: “Ven”. Y fue Pedro. Como no amainaba la violencia del viento le entró miedo y comenzó a hundirse… “¡Señor, sálvame!”. Jesús lo agarró y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. “Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mt 14, 24-33).
Los creyentes tenemos el riesgo de ser como ese Pedro que pone a prueba la fe y que la instrumentaliza. Dios se nos ha revelado, nos ha dicho “Soy Yo”, y aún así hurgamos más pruebas sumidos en el prurito del saber más so pretexto de comprender mejor a Dios: le “probamos”. Parece no bastarnos su propio testimonio; parece que hemos perdido el más elemental sentido de confianza o que ya no somos capaces de reconocer su singular timbre de voz, ese que suena sonoro y con nítida claridad en lo profundo del alma, ese que escuchamos un día cuando reconocimos con el pasar de los años la fe que nos había sido dada. Y lo más triste y dramático de una situación así es que esa búsqueda desconfiada, que esa sordera voluntaria, pueda venir precisamente de quienes reconocemos –como de hecho es– a Cristo como Dios: de sus discípulos.
Y está también el otro error en el que podemos sumirnos: identificar la fe como un medio, como un recurso para nuestra felicidad, satisfacción o comodidad: que la hayamos instrumentalizado. Se escucha decir: “la fe ayuda a que cueste menos la muerte de los hijos, del esposo (a), de los seres queridos, etc.”; y es verdad que ayuda, pero la fe no es primariamente amortiguadora de dolores ni dispensadora de cuidados intensivos en momentos de puntual dificultad de nuestra existencia. No creemos para sufrir menos ni para tener una vida más llevadera. Es más, la fe no es nuestra conquista ni nuestra adquisición; no creemos porque hemos conquistado la fe como podríamos alcanzar la cumbre de una montaña; creemos porque la fe nos ha conquistado, porque Dios nos ha conquistado. De ahí que la fe signifique adherirse a Dios confiando en Él plenamente y asintiendo a lo que nos ha revelado.
Pedro pone a prueba su fe cuando no le bastan las palabras de Jesús –“¡Animo!, soy yo; no temáis”– y duda: “Si eres tú…”. Pedro instrumentaliza la fe cuando condiciona al maestro a hacerlo ir hacia Él sobre las aguas. ¿No es este Pedro el que había visto la multiplicación de los panes y de los peces? ¿No es este Pedro el que había bebido del agua hecha vino delicioso? ¿No es este Pedro aquel que confesó de Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”? ¿No hay muchas similitudes en la vivencia de la fe de Pedro y en el modo como la vivimos o podemos llegar a vivir muchos de nosotros? Cuántas veces tentamos a Dios: “Si eres Dios –podemos llegar a decirle– que sane mi madre…”, “Si eres Dios que encuentre trabajo”. Pero no sólo. Incluso ponemos fecha límite para la sanación y nombre y salario al puesto que buscamos. Y apenas una adversidad, apenas un obstáculo, una dificultad, una ventisca, nos desanimamos… porque nos falta fe. “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. Si de verdad creyésemos; si tuviéramos fe como un granito de mostaza moveríamos las montañas… Bajo estas perspectivas, ¿no es justo reflexionar y meditar cómo es o cómo está actualmente nuestra fe?
Los creyentes tenemos el riesgo de ser como ese Pedro que pone a prueba la fe y que la instrumentaliza. Dios se nos ha revelado, nos ha dicho “Soy Yo”, y aún así hurgamos más pruebas sumidos en el prurito del saber más so pretexto de comprender mejor a Dios: le “probamos”. Parece no bastarnos su propio testimonio; parece que hemos perdido el más elemental sentido de confianza o que ya no somos capaces de reconocer su singular timbre de voz, ese que suena sonoro y con nítida claridad en lo profundo del alma, ese que escuchamos un día cuando reconocimos con el pasar de los años la fe que nos había sido dada. Y lo más triste y dramático de una situación así es que esa búsqueda desconfiada, que esa sordera voluntaria, pueda venir precisamente de quienes reconocemos –como de hecho es– a Cristo como Dios: de sus discípulos.
Y está también el otro error en el que podemos sumirnos: identificar la fe como un medio, como un recurso para nuestra felicidad, satisfacción o comodidad: que la hayamos instrumentalizado. Se escucha decir: “la fe ayuda a que cueste menos la muerte de los hijos, del esposo (a), de los seres queridos, etc.”; y es verdad que ayuda, pero la fe no es primariamente amortiguadora de dolores ni dispensadora de cuidados intensivos en momentos de puntual dificultad de nuestra existencia. No creemos para sufrir menos ni para tener una vida más llevadera. Es más, la fe no es nuestra conquista ni nuestra adquisición; no creemos porque hemos conquistado la fe como podríamos alcanzar la cumbre de una montaña; creemos porque la fe nos ha conquistado, porque Dios nos ha conquistado. De ahí que la fe signifique adherirse a Dios confiando en Él plenamente y asintiendo a lo que nos ha revelado.
Pedro pone a prueba su fe cuando no le bastan las palabras de Jesús –“¡Animo!, soy yo; no temáis”– y duda: “Si eres tú…”. Pedro instrumentaliza la fe cuando condiciona al maestro a hacerlo ir hacia Él sobre las aguas. ¿No es este Pedro el que había visto la multiplicación de los panes y de los peces? ¿No es este Pedro el que había bebido del agua hecha vino delicioso? ¿No es este Pedro aquel que confesó de Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”? ¿No hay muchas similitudes en la vivencia de la fe de Pedro y en el modo como la vivimos o podemos llegar a vivir muchos de nosotros? Cuántas veces tentamos a Dios: “Si eres Dios –podemos llegar a decirle– que sane mi madre…”, “Si eres Dios que encuentre trabajo”. Pero no sólo. Incluso ponemos fecha límite para la sanación y nombre y salario al puesto que buscamos. Y apenas una adversidad, apenas un obstáculo, una dificultad, una ventisca, nos desanimamos… porque nos falta fe. “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. Si de verdad creyésemos; si tuviéramos fe como un granito de mostaza moveríamos las montañas… Bajo estas perspectivas, ¿no es justo reflexionar y meditar cómo es o cómo está actualmente nuestra fe?
hietoria y origen del búho..
Búho, nombre común de algunos miembros de una familia de aves de presa nocturnas que consta de unas 167 especies. Los mochuelos, cárabos y autillos pertenecen a la familia de los búhos. Las lechuzas pertenecen a otra familia, con unas 14 especies. Hay diferencias anatómicas entre las dos familias, pero muchas generalizaciones son aplicables a ambas.
Los grandes ojos de los búhos (más pequeños en las lechuzas) están dirigidos hacia adelante, e incorporados en una cápsula ósea que les da una limitada capacidad de movimiento. Los búhos tienen que girar toda la cabeza para mirar a los lados, aunque el movimiento se ve facilitado por un cuello relativamente largo y flexible, que les permite girar la cabeza hasta 270 grados. La mayor parte de los búhos tienen los ojos rodeados por un disco facial de plumas rígidas que dan la impresión que tienen cejas. Dado que pocos búhos capturan sus presas a plena luz del día, su oído es especialmente importante. Muchos búhos tienen el cráneo asimétrico, con las aberturas auriculares a diferentes alturas; esto les permite localizar a sus presas por los ruidos que producen.
La distribución de los búhos y lechuzas abarca todo el planeta, a excepción de la región antártica; la lechuza común tiene una de las distribuciones más extensas de todas las aves vivientes. Los hábitos de anidación de los búhos son notablemente variables. Algunos anidan en agujeros de los troncos o entre las rocas, otros hacen grandes nidos en los árboles y otros, como los mochuelos excavadores o lechuzas vizcacheras, anidan en el suelo. Todos ponen huevos de color blanco. Los búhos se alimentan en exclusiva de animales vivos, y el tamaño de su presa es proporcional al tamaño de cada especie; sus presas potenciales son desde insectos hasta mamíferos del tamaño de una liebre. Unos cuantos se alimentan únicamente de peces. Comprimen y regurgitan en forma de egagrópilos las partes indigeribles de su alimento, como huesos, pelo y plumas; el análisis del contenido del egagrópilo permite identificar la especie a la que pertenecía la presa.
Algunos géneros de estrígidos contienen muchas especies —el género más abundante tiene más de 50—. Algunos representantes de este género son bien conocidos, como es el caso del autillo americano propio del este de Norteamérica, y el autillo común, una especie fuertemente migratoria que se reproduce en el sur de Europa, incluida la península Ibérica y, al este, hasta el lago Baikal. Muchas de las especies tropicales, no obstante, sólo son conocidas a través de unos cuantos especímenes de museo y sus hábitos no han sido estudiados.
Entre las especies más grandes de búhos están los tecolotes o búhos águila. Tienen mechones de plumas en la cabeza llamados 'orejas', aunque no tienen relación alguna con éstas. En América sólo vive el tecolote o ñacurutú, pero en Europa, África y Asia hay 17 especies. La distribución más amplia es la del búho real, que vive desde Escandinavia hasta España y Japón. Mide unos 71 cm. El búho nival del norte de Eurasia, cuya hembra es blanca con algunos puntos negros en el dorso, es peculiar porque se alimenta de día (en especial de lemmings). La lechuza gavilana caza también durante el día.
Los más pequeños de la familia son el mochuelo duende del suroeste de Estados Unidos y México, que mide sólo 13 cm y anida en agujeros hechos por pájaros carpinteros en cactus grandes, y el mochuelo chico euroasiático, que alcanza 16 cm de longitud. El mochuelo común, también pequeño, de unos 21 cm de longitud, es frecuente en Europa central y meridional y es una especie residente en la península Ibérica.
El búho chico, de unos 35 cm de longitud, es una especie residente en la península Ibérica. Tiene 'orejas' largas y es típico de los bosques de coníferas. El cárabo común es la especie de cárabo más difundida en Europa; residente también en España, es una especie estrictamente nocturna. La lechuza campestre y la lechuza de Tengmalm son dos especies presentes en la península Ibérica que pertenecen a la familia de los búhos.
Clasificación científica: los búhos pertenecen al orden Estrigiformes. Los búhos típicos componen la familia Estrígidos y las lechuzas la familia Titónidos. El nombre científico de la lechuza común es Tyto alba, y el del mochuelo excavador Speotyto cunicularia. El género con mayor número de especies es Otus. El nombre científico del autillo americano es Otus asio, y el del autillo común es Otus scops. Los búhos águila o tecolotes componen el género Bubo. El nombre científico del tecolote o ñacurutú es Bubo virginianus y el del búho real es Bubo bubo. El nombre científico del búho nival es Nyctea scandiaca y el de la lechuza gavilana es Surnia ulula. El nombre científico del mochuelo duende es Micrathene whitneyi, el del mochuelo chico Glaucidium passerinum, el del mochuelo común Athene noctua, el del búho chico Asio otus, el del cárabo Strix aluco, el de la lechuza campestre Asio flammeus y el de la lechuza de Tengmalm es Aegolius funereus.
Los grandes ojos de los búhos (más pequeños en las lechuzas) están dirigidos hacia adelante, e incorporados en una cápsula ósea que les da una limitada capacidad de movimiento. Los búhos tienen que girar toda la cabeza para mirar a los lados, aunque el movimiento se ve facilitado por un cuello relativamente largo y flexible, que les permite girar la cabeza hasta 270 grados. La mayor parte de los búhos tienen los ojos rodeados por un disco facial de plumas rígidas que dan la impresión que tienen cejas. Dado que pocos búhos capturan sus presas a plena luz del día, su oído es especialmente importante. Muchos búhos tienen el cráneo asimétrico, con las aberturas auriculares a diferentes alturas; esto les permite localizar a sus presas por los ruidos que producen.
La distribución de los búhos y lechuzas abarca todo el planeta, a excepción de la región antártica; la lechuza común tiene una de las distribuciones más extensas de todas las aves vivientes. Los hábitos de anidación de los búhos son notablemente variables. Algunos anidan en agujeros de los troncos o entre las rocas, otros hacen grandes nidos en los árboles y otros, como los mochuelos excavadores o lechuzas vizcacheras, anidan en el suelo. Todos ponen huevos de color blanco. Los búhos se alimentan en exclusiva de animales vivos, y el tamaño de su presa es proporcional al tamaño de cada especie; sus presas potenciales son desde insectos hasta mamíferos del tamaño de una liebre. Unos cuantos se alimentan únicamente de peces. Comprimen y regurgitan en forma de egagrópilos las partes indigeribles de su alimento, como huesos, pelo y plumas; el análisis del contenido del egagrópilo permite identificar la especie a la que pertenecía la presa.
Algunos géneros de estrígidos contienen muchas especies —el género más abundante tiene más de 50—. Algunos representantes de este género son bien conocidos, como es el caso del autillo americano propio del este de Norteamérica, y el autillo común, una especie fuertemente migratoria que se reproduce en el sur de Europa, incluida la península Ibérica y, al este, hasta el lago Baikal. Muchas de las especies tropicales, no obstante, sólo son conocidas a través de unos cuantos especímenes de museo y sus hábitos no han sido estudiados.
Entre las especies más grandes de búhos están los tecolotes o búhos águila. Tienen mechones de plumas en la cabeza llamados 'orejas', aunque no tienen relación alguna con éstas. En América sólo vive el tecolote o ñacurutú, pero en Europa, África y Asia hay 17 especies. La distribución más amplia es la del búho real, que vive desde Escandinavia hasta España y Japón. Mide unos 71 cm. El búho nival del norte de Eurasia, cuya hembra es blanca con algunos puntos negros en el dorso, es peculiar porque se alimenta de día (en especial de lemmings). La lechuza gavilana caza también durante el día.
Los más pequeños de la familia son el mochuelo duende del suroeste de Estados Unidos y México, que mide sólo 13 cm y anida en agujeros hechos por pájaros carpinteros en cactus grandes, y el mochuelo chico euroasiático, que alcanza 16 cm de longitud. El mochuelo común, también pequeño, de unos 21 cm de longitud, es frecuente en Europa central y meridional y es una especie residente en la península Ibérica.
El búho chico, de unos 35 cm de longitud, es una especie residente en la península Ibérica. Tiene 'orejas' largas y es típico de los bosques de coníferas. El cárabo común es la especie de cárabo más difundida en Europa; residente también en España, es una especie estrictamente nocturna. La lechuza campestre y la lechuza de Tengmalm son dos especies presentes en la península Ibérica que pertenecen a la familia de los búhos.
Clasificación científica: los búhos pertenecen al orden Estrigiformes. Los búhos típicos componen la familia Estrígidos y las lechuzas la familia Titónidos. El nombre científico de la lechuza común es Tyto alba, y el del mochuelo excavador Speotyto cunicularia. El género con mayor número de especies es Otus. El nombre científico del autillo americano es Otus asio, y el del autillo común es Otus scops. Los búhos águila o tecolotes componen el género Bubo. El nombre científico del tecolote o ñacurutú es Bubo virginianus y el del búho real es Bubo bubo. El nombre científico del búho nival es Nyctea scandiaca y el de la lechuza gavilana es Surnia ulula. El nombre científico del mochuelo duende es Micrathene whitneyi, el del mochuelo chico Glaucidium passerinum, el del mochuelo común Athene noctua, el del búho chico Asio otus, el del cárabo Strix aluco, el de la lechuza campestre Asio flammeus y el de la lechuza de Tengmalm es Aegolius funereus.
LA HISTORIA DEL AGUILA
El águila , es el ave que posee la mayor longevidad de su especie. Llega a vivir 70 años. Pero para llegar a esa edad ,a los 40 años de vida tiene que tomar una seria decisión. A los 40 años:
Sus uñas curvas y flexibles , no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta.
Su pico alargado y punteagudo , también se curva.
Apuntando contra el pecho están las alas , envejecidas y pesadas por las gruesas plumas.
! Volar es ahora muy difícil !
Entonces el águila , tiene sólo dos alternativas: Morir , ….. ó enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido, próximo a una pared , donde no necesite volar.
Entonces,apenas encuentra ese lugar ,el águila comienza a golpear con su pico la pared , hasta conseguir arrancárselo.
Apenas lo arranca ,debe esperar a que nazca un nuevo pico con el cual después ,va a arrancar sus viejas uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, prosigue arrancando sus viejas plumas.
Y después de cinco meses ,sale victorioso para su famoso vuelo de renovación y de revivir,y entonces dispone de 30 años más.
A veces nos preguntamos:
? Por qué renovarnos ?
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para que reanudemos un vuelo victorioso, nos debemos desprender de ataduras ,costumbres y otras tradiciones del pasado.
Solamente libres del peso del pasado
Sus uñas curvas y flexibles , no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta.
Su pico alargado y punteagudo , también se curva.
Apuntando contra el pecho están las alas , envejecidas y pesadas por las gruesas plumas.
! Volar es ahora muy difícil !
Entonces el águila , tiene sólo dos alternativas: Morir , ….. ó enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido, próximo a una pared , donde no necesite volar.
Entonces,apenas encuentra ese lugar ,el águila comienza a golpear con su pico la pared , hasta conseguir arrancárselo.
Apenas lo arranca ,debe esperar a que nazca un nuevo pico con el cual después ,va a arrancar sus viejas uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, prosigue arrancando sus viejas plumas.
Y después de cinco meses ,sale victorioso para su famoso vuelo de renovación y de revivir,y entonces dispone de 30 años más.
A veces nos preguntamos:
? Por qué renovarnos ?
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para que reanudemos un vuelo victorioso, nos debemos desprender de ataduras ,costumbres y otras tradiciones del pasado.
Solamente libres del peso del pasado
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