En materia de perdón, siempre ayuda a ver nuestro propio pasado desde la perspectiva de Dios. El pecado sexual es ciertamente doloroso a Dios, pero también la mentira, el engaño, los malos pensamientos, bebiendo o fumando demasiado, la impaciencia, el orgullo y la falta de perdón. ¿Quién entre nosotros es sin pecado y puede “tirar la primera piedra”? Antes de venir a Cristo, cada uno de nosotros es “muerto en nuestros delitos y pecados” y recibe vida sólo por la gracia de Dios (Efesios 2:1-5). La cuestión es, ¿podemos perdonar a otros como Cristo nos perdonó? Ser capaz de hacerlo es una marca de un verdadero cristiano. Jesús dijo que si no perdonamos, tampoco Dios nos perdonará (Mateo 6:14-15). Él no quería decir que perdonar a otros es una forma de obtener el perdón de Dios, que sabemos es sólo por gracia, sino que un corazón perdonador es un signo de la presencia del Espíritu Santo en el corazón de un verdadero creyente. La falta de perdón continua es una señal de un corazón duro, no regenerado.
Antes de entrar en un matrimonio con un no virgen, mucho pensamiento, oración e introspección están en orden. Santiago 1:5 nos dice que si buscamos sabiduría, Dios la concederá libremente a todos los que piden. Hablando con un pastor piadoso y estando involucrado en una iglesia de enseñanza bíblica ayudarán en el proceso de la toma de decisiones. Algunas iglesias tienen excelentes clases de consejería prematrimonial. Además, hablando libre y abiertamente con la pareja potencial de estas cosas puede revelar cosas que necesitan ser abordadas y perdonadas.
El matrimonio es un desafío en las mejores circunstancias y requiere mucho trabajo para que sea exitoso. Ambos cónyuges necesitan, y merecen, ser amados incondicionalmente. Efesios 5 describe los papeles del marido y la mujer en el matrimonio, pero el pasaje comienza con un principio primordial para ambos: “Someteos unos a otros en el temor de Dios.” (Efesios 5:21). El sacrificio voluntario y la fuerza para elegir ser un siervo para el mejoramiento del matrimonio son las marcas de hombres y mujeres maduros y espirituales que honren a Dios. Elegir sabiamente un cónyuge basado en cualidades bíblicas es importante, pero de igual importancia son nuestro propio crecimiento espiritual y nuestra entrega a la voluntad de Dios en nuestras vidas. Un hombre que aspira a ser el hombre que Dios quiere que sea será capaz de ayudar a su esposa a ser la mujer que Dios desea que sea ella y, a pesar de sus pasados, serán capaces de construir su matrimonio en una unión que honra a Dios y deleita a los dos.
Tomado de: www.gotquestions.org
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