¿Puede el cristianismo sobrevivir en medio de la persecución y el conflicto, en la región de donde es originario? Jane Corbin, nuestra corresponsal viajó por Medio Oriente, a través de Irak y Siria, para investigar la situación de los cristianos, donde cientos de miles de personas huyen de la militancia islámica en la región. Esto es lo que encontró.
A medida que subía la empinada montaña por encima de la llanura de Nínive, en Irak, el sonido de monjes cantando y el olor a incienso flotaban fuera del monasterio del siglo cuarto de San Mateo.
Alguna vez esta construcción albergó unos 7.000 monjes cuando el cristianismo era la religión oficial del imperio romano.
Casi toda la población era cristiana entonces. Hoy quedan sólo seis monjes y no hay peregrinos que se atrevan a visitarlo.
“Estamos en primera línea frente a Estado Islámico y la gente tiene miedo de venir aquí”, me dice el padre Yusuf. “Nos preocupa sobre todo nuestra gente, nuestra familia, el cristianismo”.
Combatientes kurdos custodian el monasterio, y en el llano escucho disparos de artillería. Hay columnas de humo de los ataques aéreos occidentales sobre las posiciones del grupo extremista autodenominado Estado Islámico.
Pasaron por la llanura de Nínive el año pasado, lo que obligó a decenas de miles de cristianos a huir de Mosul, la segunda ciudad de Irak.
Un puñado de familias se refugió en el monasterio, como los cristianos han hecho durante siglos desde que los primeros ejércitos islámicos barrieron con la llanura en el siglo séptimo, en la conquista árabe.
Nardine, de 13 años, es muy consciente de lo que los combatientes le hacen a las niñas que consideran infieles. “Son muy crueles, son muy duros”, susurra con temor. “Todo el mundo sabe que se llevaron a las chicas yazidíes y las vendieron en el mercado”.
“EI no tienen piedad con nadie. Ellos seleccionan mujeres para violarlas”, dice la madre de Nardine. “Temimos por nuestras hijas, así que huimos”.
Cuando declararon su califato (Estado Islámico) el año pasado con decapitaciones e incluso crucifixiones, miles de cristianos huyeron aterrorizados.
EI quiere imponer su versión brutal del Islam y ha jurado purificar la región de los infieles, apuntando a los cristianos y otras minorías.
Frente a frente
Los peshmerga (combatientes kurdos musulmanes) me lleva a su primera línea de batalla con EI, a pocos kilómetros del monasterio. Allí están frenando el avance de los militantes islámicos que han matado a muchos musulmanes.
Los kurdos no están de acuerdo con la forma extrema del Islam que EI propugna, y un general peshmerga me asegura que protegen a los cristianos.
“Hemos vivido aquí por muchos años como hermanos. No hay diferencia entre kurdos, musulmanes y cristianos de diferentes religiones en Kurdistán”, dice el general Hameed Afandi.
En Erbil, en el Kurdistán, miles de cristianos desplazados están hacinados en un centro comercial a medio construir.
Conocí a Leila y Imad Aziz, que preparan comida para una fiesta cristiana con sus dos niñas. Huyeron de Mosul el pasado verano cuando la ciudad fue ocupada, dando a los cristianos tres opciones: convertirse al Islam, abandonar la ciudad o pagar la jizya, el fuerte impuesto establecido por los gobernantes musulmanes a los cristianos hace siglos.
“No podemos volver a Mosul por miedo a ser asesinados, secuestrados o robados”, me dice Imad. “Yo creo que en cuatro o cinco años quedarán muy pocos cristianos. Ellos te apuntan con el dedo diciendo: ‘Él es un cristiano'”.
Leila se santigua al recordar la forma en que se vieron obligados a pasar a través de las barricadas de EI. Se quedaron con todo: dinero, joyas, incluso la ropa. “Nunca más podremos volver a Mosul, no queda nada allí”, dice ella.
Alguna vez la familia tuvo su propio negocio exitoso y una buena casa. Ahora todo lo que les queda son un par de fotos roñosas, vestigios de su vida anterior.
En la iglesia de St Ilyas, en Erbil, conocí al padre Douglas Bazi, un sacerdote católico que está cuidando a 135 familias en tiendas de campaña en los jardines de la iglesia.
“Somos cristianos, por lo que estamos acostumbrados a tener nuestro equipaje siempre listo”, asegura el padre Douglas. “Siempre tenemos que huir, escapar de un lugar a otro”.
Esta ola de persecución no comenzó con Estado Islámico, sino cuando Reino Unido y Estados Unidos invadieron Irak en 2003 para derrocar a Sadam Husein. Bajo su gobierno, los cristianos tenían libertad de culto y tenían un papel importante en esta sociedad.
“La era de Saddam fue la edad de oro para los cristianos”, dice el padre Douglas, aunque añade que personalmente no estaba de acuerdo con su régimen.
A medida que la coalición occidental no logró darle seguridad a Irak éste se sumió en el caos y los cristianos se convirtieron en víctimas de la lucha de poder sectario desatada entre chiitas y sunitas.
“Veían a Occidente como infieles y, como cristianos, fuimos vistos de la misma manera”, explica el Padre Douglas.
La iglesia del sacerdote en Bagdad fue bombardeada y él fue tomado como rehén por una milicia. Estuvo secuestrado hasta que la Iglesia pagó un rescate.
El padre Douglas me muestra la camisa manchada de sangre que usaba cuando fue capturado y describe cómo sus captores le rompieron la espalda con un martillo. Luego, sus dientes. Uno por uno.
“Si nos fijamos en la historia, somos el mismo grupo que sale perdiendo todo el tiempo”, asegura. “Nos empujan a perder nuestra fe, nuestro pueblo, nuestro papel, nuestra posición, nuestro trabajo, ahora hemos perdido nuestros hogares, ¿qué es lo que sigue?”.
Un millón de personas, dos tercios de los cristianos de Irak, huyeron en la década que siguió a la caída de Sadam Husein.
La misma historia se repite en todo Medio Oriente, donde las fuerzas desatadas tras las primaveras árabes se volvieron contra los cristianos y los líderes autoritarios que alguna vez los protegieron.
Siria y el fundamental apoyo cristiano a Asad
En Siria, gran parte de la antigua ciudad de Maaloula todavía está en ruinas después de meses de intensos combates entre militantes islámicos aliados de al Qaeda y las fuerzas del presidente Bashar al Asad en 2013.
3.000 cristianos huyeron cuando los militantes ocuparon este antiguo lugar de peregrinación, uno de los tres lugares en el mundo donde todavía se habla arameo, la lengua original de Jesucristo.
Las fuerzas del gobierno inicialmente se retiraron de Maaloula dejando a los cristianos a su suerte, según afirman algunos. Pero, finalmente, fuerzas del gobierno volvieron a tomar la ciudad y de a poco algunos cristianos están empezando a volver.
Antoinette Nasrullah me lleva a lo que queda de su hogar y de su negocio, lo que alguna vez fue una popular cafetería turística. Ahora sólo queda una ruina sin techo.
“Era mi sueño”, dice Antoinette, rompiendo a llorar. “Nunca creímos que los musulmanes nos harían esto (…) pero tenemos que ser fuertes y dar gracias a Dios de que estamos vivos”.
Algunas familias musulmanas de Maaloula también huyeron de los combates, pero no se les ha permitido regresar a sus hogares. Los cristianos los acusan de ayudar a los militantes.
El monasterio de San Sergio, construido en el siglo VI, fue ocupado por los rebeldes y Antoinette me muestra los tesoros golpeados por las balas, que atraviesan los rostros de los íconos.
“Robaron íconos muy ricos en historia”, explicó Antoinette. “Estamos muy tristes, nos afecta mucho”.
Más de 200.000 personas han muerto en Siria durante cuatro años de guerra civil. Son mayoritariamente musulmanes, muchos asesinados por el gobierno de al Asad.
El propio presidente Asad visitó el monasterio cuando sus tropas retomaron la ciudad. Los cristianos son una de sus principales fuentes de apoyo.
Maaloula fue visto por muchos cristianos en Siria como un punto de inflexión. Han tenido que tomar decisiones difíciles y muchos ahora han puesto su fe en el gobierno como la única opción para que su religión sobreviva.
“El gobierno es el único que puede ayudar a los cristianos a permanecen en Siria”, dice Antoinette.
Y, sobrevivirá?
“Maaloula está en mi corazón, no me puedo ir, porque si no hay cristianos en Maaloula creo que no habrá cristianos en Siria”.
En Erbil, el padre Douglas cree puede que ya sea demasiado tarde para la sobrevivencia del cristianismo aquí.
Cree que Occidente, en lugar de instar a los cristianos a permanecer en Irak, debería ayudarlos a salir. “Abrir las puertas, darle a mi pueblo visas”, dice el sacerdote. “Tenemos que entregarles dignidad y vida ahora, no prepararlos para ser ovejas que terminen asesinadas”. fuente:
(BBC)