Debemos
aprender de Ruth, la espigadora. Como ella salió a recoger las espigas de
trigo, así tengo yo que salir a los campos de la oración, de la meditación y
del culto, y oír la Palabra para recoger alimento espiritual. La espigadora
recoge su porción espiga por espiga. Sus ganancias las obtiene poco a poco. Así
yo, si no hubiese una gran abundancia de verdades, debo quedar satisfecho con
escudriñar sólo algunas de ellas. Cada espiga ayuda a hacer un manojo y cada
lección del Evangelio nos ayuda a ser más sabios para la salvación. La
espigadora mantiene sus ojos abiertos. Si en un desvarío tropezara contra un
rastrojo, no tendría, al atardecer, nada que llevar a casa con regocijo. Debo
estar atento a los ejercicios religiosos para que ellos no se hagan vanos para
mí. Temo que ya he perdido mucho. Quiera Dios que yo pueda estimar rectamente
mis op
Oportunidades
y espigar con mayor diligencia. La espigadora se agacha hacia todo lo que haya;
y así debo hacer yo. Los espíritus arrogantes critican y objetan, pero los
humildes recogen y reciben beneficio. Un corazón humilde es una gran ayuda para
oír con provecho el Evangelio. La palabra ingerida que salva el alma no es
recibida sin mansedumbre. Una espalda tiesa hace un mal espigador. ¡Abajo,
señor orgullo! Eres un vil ladrón que no debe ser soportado un solo momento. Lo
que la espigadora recoge lo retiene. Si ella deja caer una espiga para hallar
otra, el resultado de su trabajo diario sólo será escaso. Ella es tan solícita
para retener como para obtener, y así, al fin, su ganancia es grande. ¡Cuán a
menudo olvido lo que oigo! La segunda verdad empuja a la primera fuera de mi
cabeza y así lo que leo y oigo termina en nada. ¿Siento debidamente la
importancia de atesorar la verdad? Un estómago hambriento hace que la espigadora
sea sabia. Si no hay trigo en su mano, no habrá pan en la mesa. Ella trabaja
bajo el sentido de la necesidad; de ahí que su paso sea ágil y su posesión
firme. Señor, yo tengo una necesidad mayor; ayúdame a sentirla para que ella me
estimule en lo sucesivo a espigar en campos que rinden tan abundante galardón a
la diligencia.