Qué amor tenia el apóstol Pablo por aquellos que se perdían! Está hablando de sus familiares que no conocían a Cristo como su Salvador y el Señor de sus vidas. ¿Cómo es nuestra situación con nuestros familiares que no pertenecen al Señor?. ¿Estamos preocupados por ellos?. ¿Somos conscientes que van camino a la condenación de sus almas, al infierno donde no hay más posibilidad de salvación?. ¿Qué estamos haciendo para ayudarles?. Cuando la oportunidad llega, no debemos desperdiciarla, porque no sabemos, si esa persona tendrá otra oportunidad de escuchar la Palabra de Dios. Luego que sembramos la semilla debemos respetar el tiempo de Dios para que germine, pues el fruto lo produce el Espíritu Santo. No debemos olvidar que seremos juzgados por no sembrar la Palabra de Dios, pero nunca seremos juzgados, por que la gente no se entregue a Cristo, porque éste es el trabajo del Espíritu Santo.