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lunes, 9 de agosto de 2010
Jesús dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).
A) NUESTRAS VIDAS
El evangelista y profesor escocés Henry Drummond solía ilustrar esta verdad al recordar a sus estudiantes universitarios que tenían que distinguir cinco reinos en este mundo. El menor de éstos, el reino mineral, no posee vida en modo alguno. El reino vegetal, el reino animal y el reino humano tienen vida; y el mayor de todos los reinos el reino de Dios es la fuente de toda vida. La tesis que a Drummond le gustaba subrayar es que ningún reino inferior puede interferir la vida del reino inmediato superior pero que cada reino superior puede bajar y elevar a los otros reinos.
Jesús lo hizo cuando vino a la tierra y murió en la cruz: “Nadie subió al cielo, sino él que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Juan 3:13); “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4:9).
B) NUESTRA NATURALEZA
1. La naturaleza no sólo determina el apetito sino también determina el ambiente. Está en la naturaleza de los peces vivir en el agua y en la de los pájaros volar en el aire .La gente que no tiene salvación vive “siguiendo la corriente de este mundo” (Efesios 2:2) y disfrutan esto, pero los hijos de Dios buscan “guardarse sin mancha del mundo”. La gente perdida “ama más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19) pero los hijos de Dios escogen andar en la luz (1 Juan 1:7) porque “Dios es luz” (1 Juan 1:5).
2. Naturaleza determina peligro: El agua no es peligrosa para los peces pero puede ahogar a la gente. Un basurero es casi inofensivo para una rata, pero pudiera infectar a un niño y enfermarlo. Debido a que los auténticos creyentes en Cristo poseen la naturaleza divina dentro de sí, están sujetos a peligros y enemigos contra los que tienen que pelear.
C) NUESTRO PARTO
Nacimiento implica esfuerzo y dolor. Los profesionales de la obstetricia constantemente son llamados para que traigan niños al mundo. Sea que el nacimiento ocurra en el hogar o en una sala de partos de algún moderno hospital, el parto implica dolor y esfuerzo para la madre. Para que naciéramos en la familia de Dios, Jesucristo tuvo que sufrir y morir en la cruz: “Él verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Isaías 53:11). Hay que hacer cosas que a nuestra humanidad le duela hacer, pero es el precio de experimentar un nuevo comienzo un nuevo, nacimiento. En este proceso se enfrentan CRISTO contra el YO, por eso es que duele, nuestro YO esta siendo golpeado, mutilado, hasta que CRISTO logre matarlo. Para nacer de nuevo hay que morir primero.
D) NUESTRO FUTURO
Nacimiento implica futuro. Probablemente nunca veremos un policía en la sala de partos aguardando para arrestar a un recién nacido; los bebés no tienen responsabilidad sobre el pasado (Romanos 9:11). ¡Todo lo que tiene el bebé es futuro! Nuestro amoroso Padre celestial “nos hizo renacer una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 Pedro 1:3). ¡Tenemos esperanza de vida porque tenemos un Salvador vivo!
Los creyentes en Cristo somos personas que vivimos en el futuro.. Nuestros pecados han sido perdonados, de manera que nuestro pasado no nos persiga más; somos libres de nuestro pasado .vivimos una realidad publica fundada en la libertad, y Dios dice sobre nosotros que, “nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17). Gloria a Dios!
Esto es como alguien que decida ir a un partido; y desde la gradas comienza decir como se debe jugar; no sabe cuan difícil es el juego en la explanada, el Sol que aguantan los jugadores, la presión que tienen de ganar, el ni se imagina el esfuerzo d esos jugadores por ganar. Entonces cuando el equipo gana el se identifica con ellos y dice: gane pero desde la s gradas, ha tomado una victoria que nunca gano porque realmente nunca se involucro en el juego.
Tenemos un compromiso real con el camino que hemos elegido y no podemos realizarlo desde las gradas tenemos que bajar y tomar el bate (armas espirituales), hacer ejercicios, coger Sol (pruebas), deshidratarnos, pasar noches sin dormir (orando) para ganar el juego espiritual, todo con esfuerzo humano.
Todos los creyentes en Cristo somos diferentes en nuestros dones espirituales y habilidades personales, intereses y personalidades; pero sabemos que la meta de Dios para cada uno de nosotros es la misma: “Para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Gloria a Dios.
Eso es todo lo que el nacimiento indica. El nacimiento es sólo el comienzo, conformarnos a Su imagen es el proceso; ser como Cristo es la meta. Que Dios te cubra siempre, por siempre te amo.
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