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sábado, 8 de mayo de 2010
Palabras de una mujer de Dios. madre y batalladora
En la Biblia yo he encontrado
grandes ejemplos de mujeres que trascendieron la historia y con su
ejemplo me han inspirado. Es por esto que de la manera más humilde y
sencilla vengo a pedirte que…Así como Déborah me des disposición
y buen ánimo para enfrentar cualquier batalla espiritual, emocional o
física que se me presente en la vida. Quiero como Eva poder ser ayuda
idónea, un buen complemento, madre de buenas generaciones. Tener la
gracia y hermosura de Rebeca, Raquel y Sara. Poder mantener la fe y la
esperanza aún cuando no vea nada. Dame la serenidad,
verticalidad, astucia y prudencia que tuvo Abigail. La inteligencia de
Noemí y la clase de corazón que tuvo Ruth. Que pudiendo buscar su propio
bienestar, decidió no abandonar a una suegra que había quedado viuda,
sin hijos y desamparada. Que pueda seguir las instrucciones y atender
los consejos que me den aquellas personas que tienen más experiencia que
yo. Que así como Marta, sea una excelente servidora, hacendosa
en las tareas del hogar y procure con diligencia entregarme con
excelencia a los demás. Pero que así como María su hermana, sepa cuando
debo postrarme o sentarme a tus pies para escuchar lo que tú tienes que
decirme, aquello que tú quieres enseñarme, que nunca por estar tan
afanada me pierda la mejor parte que es estar en tu presencia. Quiero
ser valiente como Ester, que aunque sintió temor, no cedió a la
intimidación. Ella se atrevió a exponer su vida para lograr la
liberación de un pueblo que buscaba oprimir y matar. Y supo como
utilizar su gracia, inteligencia y belleza. Dios, que así como
aquella mujer que con fe pedía justicia e insistentemente clamó hasta
que consiguió aquello que pedía, yo pueda luchar con tenacidad y entrega
por alcanzar mis sueños. Y que como la mujer que fue sanada del flujo
de sangre, no me importe la multitud, la enfermedad y las limitaciones
para yo poder tocar tu manto. Me gustaría poder valorar las cosas
simples y sencillas, aún aquellas que podrían parecer insignificantes.
Tal como la mujer de la parábola de la dracma, que pueda regocijarme al
encontrar aquello que con tanto ahínco buscaba y celebrar una fiesta
gozosa. Porque si valoro lo mucho y lo poco, tendré un balance, estaré
equilibrada, caminaré con los pies en la tierra. Señor, quiero
vivir tan apasionada y enamorada de ti como la sunamita, que aguardó con
paciencia a su amado hasta que lo encontró y que una vez que lo
encontró nunca lo dejó. Dame la clase de visión espiritual que tuvo
Elizabeth para poder discernir y comprender que más allá de lo que otros
podían ver, lo que María llevaba en su vientre, sería el Salvador del
mundo. Que pueda identificar y percatarme de las maravillas que solo tú
haces posible para así poder bendecir y alabar tu nombre. Que mis
palabras sean de bendición y de tanto aliento como las que ella dijo a
María. Tal cual Dorcas quiero ser solidaria con mis semejantes.
Vivir tan saturada de amor que cuando muera la gente pueda sentir mi
partida porque recuerden que le hice un bien.Y por favor te
imploro buen Dios, que así como María encuentre gracia ante tus ojos.
Que pueda enfrentar grandes retos y ante el dolor permanecer serena y
callada. Dame prudencia y un gran corazón, sabiduría y sencillez. Que
cuando la gente mire a mí alrededor puedan identificarme como tu hija.
Que con tu luz yo alumbre al mundo y sea siempre pregonera de las buenas
nuevas. Amén.Autora: ATT:Brendaliz Avilés
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