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viernes, 5 de marzo de 2010
Un poco de la historia de sanson y sus devilidades
Los hijos de Israel habían vuelto a hacer el mal, y Jehová los había entregado en las manos de los Filisteos quienes os dominaron cuarenta años. Estos, no eran como los Moabitas y Amonitas, pueblos que moraban fuera de la Tierra de Canaán; habían sido dejados en la tierra, por los israelitas, y ahora, al ser infieles para su Dios fueron abandonados a estos despiadados enemigos.
Los israelitas clamaron nuevamente a Dios para ser librados.
Los israelitas habían descendido tan bajo que parecían haberse acostumbrado y aceptado a este yugo extranjero sin buscar liberación. Fue durante estos cuarenta años de dominación Filistea, que Sansón ejerció su cargo de juez, y vemos a veces a los mismos israelitas apuntando contra él.
Una vez hasta fueron para criticarle sus hazañas en contra de los enemigos de su pueblo, e igualmente quisieron entregarlo en sus manos. Lo que caracteriza a Sansón es que está solo en contra de los Filisteos, sin encontrar ayuda y sostén de sus hermanos israelitas.
El Señor Jesús fue también el único en medio de su pueblo. Porque pocos seguían sus pasos
Tienes razón y bajo este relato Sansón es un tipo muy bello del Señor. Sólo, preparó por medio de sus victorias, la liberación de los israelitas, finalizada por Samuel y David, y en su muerte, derribó el poder del enemigo. Sansón fue dedicado a Jehová desde su nacimiento.
Entonces sin que los israelitas lo hubieran pedido Jehová les preparó y les envió a un libertador.
También así fue como nos envió a su Hijo para salvarnos cuando estábamos lejos de Él y cuando no pensábamos en Él.
Los padres de Sanson eran de la tribu de Dan, cuyo territorio estaba muy cerca de la tierra de los filisteos, habitaban en Zora. Todo lo que se nos dice acerca de ellos demuestra que eran israelitas piadosos, que conocían a Jehová y eran atraídos hacia Él a pesar de la infidelidad general. El padre de Sansón se llamaba Manoa, pero no se nos dice el nombre de su madre. Jamás habían tenido hijos y parecía que no esperaban tenerlo.
Era como Abraham, y también como Zacarías y Elizabeth, padres de Juan el bautista.
En efecto, y sin duda era para ellos una gran pena. Pero Dios iba a consolarlos. Mientras la mujer de Manoa estaba sola, el Ángel de Jehová se le apareció y le anunció que iba a tener un hijo. Hasta su nacimiento, debía abstenerse de beber vino o bebidas fermentadas, y no comer nada impuro porque el niño debía ser nazareo, es decir ser consagrado a Jehová desde su nacimiento. La navaja no debía pasar por su cabeza, los cabellos largos eran la señal del nazareato.
El ángel Gabriel le había dicho a Zacarías, que tendría un hijo que también sería nazareo. Y Jesús fue el nazareo perfecto en toda su vida.
Es verdad que en todo su andar nuestro precioso Salvador fue absolutamente puro y separado del mal, y debemos ser como El. El Ángel le dice también a la mujer de Manoa que su hijo comenzaría a libertar Israel de la mano de los Filisteos.
Esto debió ser un tema de alegría para ella porque los israelitas fieles sin duda estaban muy afligidos al ver a los filisteos como les dominaban. Era una gran gracia que Dios le concedía y a su pueblo.
Después de haber oído estas buenas palabras, la mujer fue a decírselas a su marido. «Un varón de Dios vino a mí,» le dice, «cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre»
No había reconocido quien le hablaba, había tomado al Ángel de Jehová por un hombre.
Apareció en efecto bajo la figura de un hombre, y ella le toma por un hombre de Dios o un profeta. Pero ella ve aproximadamente, por su aspecto, algo que la golpea y la turba porque olvida pedirle de donde era, y él no le dice quién era. Manoa, habiendo oído las cosas extraordinarias que le decía su mujer, desea mucho tener una total certeza. ¿Pero a quién dirigirse ya que no sabía el nombre ni la morada de aquel que había venido?.
Podía pedírselo a Dios ya que evidentemente el mensaje venía de Dios.
Es lo que hizo Manoa, y su oración muy sencilla muestra su confianza conmovedora en Jehová. Suplica a Jehová Eterno y dice: «Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer. » (Jueces 13:8).
Es una muy bella oración, el la pide humildemente.
Podemos estar seguros que le agradó a Dios porque cumplió a la voz de Manoa. Cuan hermoso es ver a Dios condescender a las súplicas de un pobre pecador y descender, por así decirlo, a su voz.
En respuesta a la oración de Manoa, el Ángel de Dios vuelve junto a la mujer, que estaba en los campos. Corrió prontamente para buscar a su marido, que vino y habló al Ángel: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy Entonces Manoa le pregunto como debía ser la manera de vivir del niño, pero el Ángel se limitó a repetir lo que le había dicho a la mujer.
¿Manoa reconoció en este hombre al Ángel de Jehová?
No, creía que era un profeta. También le pidió que se quedara con ellos mientras se le preparaba un cabrito para su comida. El Ángel negó diciéndoles que ofrecieran más bien un holocausto a Jehová. Entonces Manoa le pidió su nombre con el fin de hacerle un obsequio cuando el niño hubiera nacido. El Ángel de Jehová le respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es Admirable?
En efecto, muy admirable porque el era Dios.
— Este nombre que el Ángel le da nos aparece de manera más sorprendente si pensamos en el pasaje de Isaías cuando anuncia la llegada de Cristo. Lee Isaías 9:6:
« Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. ».
¿El Ángel de Jehová no era el Señor Jesús? ¿Pero que hizo Manoa?
Tomó el cabrito y la torta y los ofreció en holocausto sobre un peñasco que se encontraba allí.
Es como cuando Gedeón se encontraba con el Ángel de Jehová
Sí, y como en el caso de Gedeón, el Ángel le hizo saber en aquel momento quien era. Manoa había encendido el fuego para consumir el holocausto.
Él y su mujer miraban el fuego subir del holocausto. Entonces el Ángel subió en la llama del altar y desapareció. Manoa y su mujer reconocieron entonces que era el Ángel de Jehová y cayeron sobre sus rostros para adorar.
¿Tuvieron miedo?
El sentimiento de Manoa fue muy diferente al de su mujer. Dice: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto» El pecador que ve en Dios sólo su santidad y su justicia, bien puede temblar en su presencia y temer a la muerte. Pero el alma que ha reconocido en Dios su gracia y que lo aprecia, no tiene en absoluto temor.
Es el caso de la mujer de Manoa. Había aprendido a conocer el carácter del Dios de misericordia y confiaba en Él. Respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.
Es muy cierto. El holocausto y el pastel eran ofrendas de olor agradable a Jehová (Levítico 1:17; 2:2). Estas ofrendas representaban al Señor Jesús quien se ofreció por nosotros a Dios (Hebreos 9:14; Efesios 5:2). Y si creemos en Él, no tenemos miedo de perecer.
Dios había hecho una promesa que no hubiera podido cumplir si hubieran muertos. Y Dios es fiel
Y era una promesa de gracia en un momento muy penoso, en un tiempo de ruina. La mujer de Manoa se lo apropia con fe, y así honra a Dios. Y tenemos que seguir su ejemplo. DIOS LES BENDIGA. les quiero
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