Páginas

domingo, 12 de agosto de 2012

El Dios que yo conosco


En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y  deseó la muerte: «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!»
Se hechó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!»
Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.