“Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.” (Lucas 8 : 16)
¿Se han fijado ustedes que algunos padres
somos más tolerantes con los hijos ajenos, pues les disculpamos sus
faltas, compartimos sus juegos, charlamos amenamente con ellos, etc.
mientras en casa con los nuestros, las arengas más comunes son :
cállate, siéntate, duérmete, no tengo tiempo, sal de aquí, pobre de vos
que rompas esto o aquello…Amigo y amiga: de poco sirve una casa cuya
fachada esté hermosamente pintada, si en su interior hay desorden,
suciedad, caos. De poco sirve una alfombra persa, si debajo de ella
usted esconde la basura. De poco sirve un hermoso armario confeccionado
con la mejor madera, si dentro de él hay ropa sucia, mal olor y
polilla.De igual forma, de poco o nada sirve que salgamos a la calle,
debidamente aseados, perfumados y acicalados, si nuestro corazón sigue
cargado de vanidad, orgullo, intolerancia, ira, murmuración, lujuria,
avaricia… y más. Alguien mencionó : “¿Un féretro de ébano y oro, para
guardar restos humanos en descomposición? … parece no tener
sentido.”Cuidado con que nuestra lámpara brille únicamente en el
exterior, buscando incrementar el ego, la reputación, el orgullo, y que
casa adentro en lugar de proyectar esa misma luz, nos escondamos en la
oscuridad del egoísmo, la tiranía, y la soberbia, por solo citar tres
falencias. que Dios te cubra.
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