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jueves, 7 de junio de 2012

Somos un gran tesoro diseñados por el gran arquitecto Dios

                                                                                                              Mat 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y ser hollada por los hombres.
Luc 14:34-35 Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será sazonada? No es útil ni para la tierra, ni para el muladar; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.

Como la sal de la tierra que somos, tenemos que procurar estar advertidos de las señales que nos alertan acerca de cuando nos estamos volviendo insípidas o de cuando nos estamos desvaneciendo. Porque hay que recordar que la Palabra enseña que aunque estemos derribados no estamos destruídos, entonces eso quiere decir que tendremos momentos de desanimos, lo cual es la primera alerta. El desanimo es cuando el hombre de Dios pierde poco a poco la devoción por buscar su presencia. Tanto así que se aleja de la congregación y ya no lee su Palabra. Es en ese momento cuando tenemos que sacudirnos e ir delante de Aquel que nos llamó a comentarle la situación. El fuego se busca en el altar, de hay es donde viene la ministración. Tu quieres tener más sal para sazonar ? Metete en el río del Espíritu, recuerda que Aquel que te llamó dice en su Palabra que nunca nos dejaría solos. Por lo tanto el desanimo es un estado que se desencadena por el simple hecho de poner por encima de la Palabra de Dios las dificultades o pruebas que necesariamente debemos pasar para poder entrar al Reino de los cielos. Recuerda que ya Cristo venció por ti y por mi.
Dios te bendiga.

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