Mat 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su
sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser
echada fuera y ser hollada por los hombres.
Luc 14:34-35 Buena es
la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será sazonada? No es
útil ni para la tierra, ni para el muladar; la arrojan fuera. El que
tiene oídos para oír, oiga.
Como la sal de la tierra que somos,
tenemos que procurar estar advertidos de las señales que nos alertan
acerca de cuando nos estamos volviendo insípidas o de cuando nos estamos
desvaneciendo. Porque hay que recordar que la Palabra enseña que aunque
estemos derribados no estamos destruídos, entonces eso quiere decir que
tendremos momentos de desanimos, lo cual es la primera alerta. El
desanimo es cuando el hombre de Dios pierde poco a poco la devoción por
buscar su presencia. Tanto así que se aleja de la congregación y ya no
lee su Palabra. Es en ese momento cuando tenemos que sacudirnos e ir
delante de Aquel que nos llamó a comentarle la situación. El fuego se
busca en el altar, de hay es donde viene la ministración. Tu quieres
tener más sal para sazonar ? Metete en el río del Espíritu, recuerda que
Aquel que te llamó dice en su Palabra que nunca nos dejaría solos. Por
lo tanto el desanimo es un estado que se desencadena por el simple hecho
de poner por encima de la Palabra de Dios las dificultades o pruebas
que necesariamente debemos pasar para poder entrar al Reino de los
cielos. Recuerda que ya Cristo venció por ti y por mi.
Dios te bendiga.
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