Aunque falles y peques muchas veces, tú no eres un fracaso ante los ojos de Dios. Él te alienta a levantarte, a aprender de tus errores (pecados) y a ser mejor. Tú no puedes evitar pecar y por esto Él entiende tu debilidad y Él se deleitará siempre y cuando trates de vivir una mejor vida, sin importar cuantas veces falles.
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